martes, 17 de agosto de 2010

Sólo para "ginebrólogos" experimentados


La moda del gin tonic va a más. En Madrid está a punto de abrir un nuevo concepto de restaurante de la mano del dos estrellas michelín Paco Roncero. Se llama GIN TONIC & CHICKEN y tal y como su nombre indica, allí tomaremos pollo asado con nuestro combinado favorito. ¿Cómo os suena la mezcla? Parece un poco rara, pero si viene de la mano de uno de los discípulos del genial Ferran Adriá, debería ser una excentricidad culinaria a tener en cuenta.




La innovadora apuesta abrirá próximamente en el Hotel NH Palacio de Tepa de Madrid. Tendremos que esperar un poco para saber si fiel a su estilo, sigue en su línea de cocina en miniatura. Para probarla no hace falta ir al Casino de Madrid ya que Roncero tiene un gastrobar frente a la Plaza de Neptuno. Se llama En Estado Puro y allí no hay que dejar de probar las mini hamburguesas.

Y volviendo al tema del gin tonic, ayer tuve ocasión de disfrutar de una cenita gourmet con unos amigos. Mi querida Mª Carmen y yo fuimos las encargadas de comprar las viandas en Lázaro Fernández (una charcutería selecta de toda la vida en Valencia). Allí no pudimos resistirnos a comprar Whitley Neill, una ginebra exótica que entre sus botánicos incluye esencia de árbol de Baobab o, lo que es lo mismo, árbol de la vida. Nos aconsejaron combinarla con tónica amarga tipo Fever Tree y además compramos physalis para que el resultado fuera perfecto. Ya tuve ocasión de descubrir esta combinación en Lamucca de Madrid y me encantó: muy suave y altamente recomendable.


No fue la única botella invitada. Hubo iniciativa masculina de experimentar también con Fifty Pounds Gin. A pesar de ser una ginebra premium elegida como una de las mejores del mundo, a mí particularmente me dejó un poco indiferente. Ésta sí la preparamos de forma clásica, quizás sea cuestión de darle una segunda oportunidad...


domingo, 15 de agosto de 2010

Arrop, un descubrimiento gastronómico




Para los que más que cenar busquen una experiencia, Arrop les sorprenderá gratamente. Hace un par de semanas tuve la suerte de probar el restaurante que Ricard Camarena tiene "escondido" en el centro de Valencia. Está situado en los bajos del Hotel de lujo Palacio Marqués de Caro que abrirá sus puertas próximamente. Una de las cosas que más llama la atención al entrar, es lo bien que han integrado los restos de la muralla árabe en un ambiente minimalista.

La cocina merece la estrella michelín que le fue otorgada al establecimiento en 2007 cuando estaba en la población de Gandia (Valencia). A finales de 2009 fue cuando Ricard Camarena decidió trasladar su sello gastronómico al corazón de la capital. Hay que decir que Ricard es uno de los mejores cocineros de la Comunidad Valenciana y pese a su juventud, acumula importantes galardones.


Pero vamos al tema que nos interesa, el maitre nos comentó que la carta cambia a menudo pero aún así hay platos que se mantienen. Probamos un exquisito pulpo asado a la llama y los tagliatelle glaseados en jugo de fessols i naps con toques ahumados y trufa de verano. Todos los comensales coincidimos en que el pulpo ganaba la batalla de los entrantes. Para mi gusto la pasta fue un plato un poco pesado a pesar de que las raciones allí no son contundentes. En cuanto a los segundos decidimos probar la pescadilla asada con patata, la ventresca y la paletilla de cabrito lechal. Los tres me parecieron estupendos, platos tradicionales pero muy trabajados.

Como celebrábamos un cumpleaños decidimos beber champagne durante toda la cena. Nuestra anfitriona, estuvo muy acertada y huyendo del clásico Moët & Chandon optó por un encantador desconocido: Egly-Ouriet. Os recomiendo probarlo, es un champagne de bodega pequeña que no tardará mucho en ponerse de moda.
Los postres tampoco defraudaron, me encantó el sorbete de cerezas con yogur y pictolín. Los más golosos se decantaron por la torrija caramelizada con helado de mantecado, por la cuajada de romero y la mousse de galleta. La compañía, el lugar y la alta cocina hicieron de una calurosa noche de julio una velada perfecta.